Desde el sector advierten que “no todos los materiales sirven para todo”.
Ante los nuevos retos regulatorios que impone el Reglamento Europeo de Envases y Residuos de Envases (PPWR), publicado el 22 de enero de 2025, el sector del poliestireno expandido (EPS) ha alzado la voz para recordar la relevancia estratégica que este material sigue desempeñando en ámbitos clave como el pescado y la acuicultura.
El reglamento europeo establece objetivos ambiciosos de reutilización —40% para 2030 y hasta un 70% para 2040, con algunos casos específicos que podrían alcanzar el 100%— sin haber evaluado previamente las distintas aplicaciones y su función. Esto, según ANAPE (Asociación Nacional de Poliestireno Expandido), podría poner en riesgo no solo la eficiencia del sistema logístico, sino también la seguridad alimentaria y la sostenibilidad real del sector.
Las cajas de pescado fabricadas con poliestireno expandido han sido durante décadas una solución eficaz para mantener la cadena de frío en productos altamente perecederos como el pescado fresco. Su capacidad de aislamiento térmico permite conservar temperaturas óptimas durante hasta 72 horas, incluso en condiciones de estrés térmico, lo que reduce considerablemente el riesgo de deterioro y desperdicio de alimentos.
Por el contrario, alternativas como las cajas de cartón con recubrimientos biodegradables —propuestas como soluciones sostenibles— solo mantienen temperaturas bajas entre 4 y 6 horas en condiciones más cálidas. Esto, según el consultor Alfonso Tajuelo, “podría provocar un aumento del desperdicio de alimentos y del impacto medioambiental asociado”. De hecho, añade que “incluso un aumento del 1% en el desperdicio de alimentos podría compensar los posibles beneficios medioambientales del cambio de materiales”.
A diferencia de otros materiales, el EPS cuenta con altas tasas de reciclaje y directrices de diseño claramente desarrolladas para su reutilización. Según ANAPE, su reciclaje está reconocido “a escala y en la práctica a nivel mundial” por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
En comparación, el cartón protegido con barreras funcionales —láminas de material plástico— requiere procesos de reciclado más complejos, con mayor consumo energético y un resultado de menor calidad, lo que disminuye los beneficios medioambientales.
Implementar un sistema de reutilización para envases implica desarrollar una red logística inversa para la recogida, limpieza, higienización, trazabilidad (mediante códigos QR), gestión de datos y flujos financieros entre todos los actores. Todo ello supone un importante consumo de agua y energía.
Además, el uso de envases reutilizables genera dudas en términos de seguridad alimentaria, especialmente cuando se trata de aplicaciones que implican contacto directo con alimentos. Como advierte el documento, “incluso cuando se limpian, sigue habiendo dudas sobre el aspecto higiénico en los sistemas de reutilización”, lo cual es especialmente crítico para productos del mar frescos.
Por este motivo, tanto ANAPE como la organización europea EUMEPS han solicitado a la Comisión Europea que adopte un Acto Delegado que exima a las cajas de pescado de poliestireno expandido de los requisitos de reutilización establecidos por el Reglamento europeo.
Desde el sector insisten en que “los envases reutilizables en sí mismos no son la opción con menos impactos ambientales”. Y en cuanto a los materiales, subrayan que “no todos sirven para todo, dependerá de las circunstancias: tipo de mercancía, la temperatura a la que se transporte o almacene, la sensibilidad alimentaria y la distancia a la que se transporte”.
Como resume Tajuelo señala que “legislar sin tener en cuenta estos factores, no es hacer un bien al medio ambiente”.
Fuente: mispeces.com