«Uno de los más interesados en la sostenibilidad es el empresario, arriesga e invierte dinero y quiere utilidades. Por eso, la administración responsable de la pesquería de la anchoveta es un interés primordial», dice Francisco Miranda Avalos, presidente de la ONG Oannes.
Una de las acepciones de la palabra “lógica” se refiere al método o razonamiento en el que las ideas o la sucesión de los hechos se manifiestan o se desarrollan de forma coherente y sin que haya contradicciones entre ellas.
Por eso creo que también la lógica, funciona perfectamente en el análisis simple de la situación de la pesquería industrial de anchoveta peruana, no así en la pesquería de consumo humano de anchoveta. Y no resulta necesario el uso de cifras para entenderla.
Las premisas que manejan los legos, malintencionados, enemigos o simplemente desconocedores de la pesca industrial, comienzan siempre con: “los empresarios pesqueros y los pescadores, quieren pescar hasta el último pez del agua, hasta que no quede nada, para ganar dinero a raudales”.
Esa es una verdad a medias, porque la pesca es una actividad donde se aprende y felizmente por basarse en un recurso renovable, la vida nos da una segunda oportunidad. No es el caso de la minería, ya que cuando el mineral se acaba, simplemente abandonamos la mina y buscamos otra.
En sus inicios hace aproximadamente 60 años, los pesqueros peruanos se excedieron en sus estimaciones de la biomasa, y la historia nos reporta récords de pesca que sobrepasan los 15 millones de toneladas en un año, y como es lógico, años después hubo un colapso de la pesquería de anchoveta. Se nacionalizo la pesca, luego volvimos a privatizarla y nuevamente comenzó el ciclo de aprendizaje.
Pero aprende solo el que quiere aprender, y una nueva lógica empresarial comenzó a surgir: “si pesco todo en un año, luego no tendré negocio”. Entonces los empresarios apostaron por la ciencia, como el mecanismo que mejor podría hacerles comprender la pesquería y sus variaciones anuales, que son la única constante.
Lo que siguió fue difícil, por qué la ciencia y los políticos, son como antípodas, la primera se basa en la lógica y los segundos por lo general son antilógicos. De hecho, cada cambio de administradores del sector, las empresas tiemblan, por qué no saben qué persona será el nuevo ministro o viceministro. Y en los últimos años, no solo se desapareció el Ministerio de Pesquería, y se fundó uno nuevo de la Producción, donde la pesca y acuicultura pasaron a un segundo plano de Viceministerio, donde el encargado no maneja el pliego presupuestal, ni ocupa una silla en el consejo de ministros.
Sin embargo, no ha sido lo único. En esa evolución antilógica de los políticos de turno en la administración pesquera, CERPER dejo de ser autoridad sanitaria pesquera, para convertirse en un laboratorio que se privatizo y luego cuando los ilógicos políticos se dieron cuenta debieron crear SANIPES. El Instituto Tecnológico Pesquero (ITP), se transformó en el Instituto Tecnológico de la Producción, con una gigante red de Centros de Innovación Tecnológica (CITEs), que aun está buscando su rumbo. El Fondo Nacional de Desarrollo Pesquero (FONDEPES), asimiló al Centro de Entrenamiento Pesquero de Paita, y hoy además de las funciones de financiamiento del sector para las que fue creado, administra centros de investigación y capacita pescadores, que deberían ser funciones de los CITEs.
Si analizamos la historia de la administración pesquera en un país con una de las más importantes pesquerías del mundo, su ilógica evolución es una constante.
Lo último, fue el Programa de Innovación en Pesca y Acuicultura (PNIPA), creado para renovarse cada cinco años para llegar a quince años de inversión del estado peruano en el sector. Que ahora se extingue y con él, el sueño de miles de emprendedores peruanos que trabajaron juntos durante muchos años participando en los talleres previos a su creación. La responsable, la ex ministra Roció Barrios, que ahora es experta pesquera, que aprendió de sus errores, y hoy hasta parece reflexiva, pero claro, el aprendizaje lo obtuvo con dinero de los contribuyentes.
Pero Barrios, dejo una bomba de tiempo, una bomba sucia, desde mi perspectiva. Por que quiso descabezar el Instituto del Mar del Perú (IMARPE) basándose en las acusaciones más que increíbles de un investigador envenenado y sin criterio lógico, que vio corrupción en la cooperación entre ex científicos del IMARPE, hoy trabajando para empresas privadas y los científicos del IMARPE.
La colaboración entre los científicos captados por las empresas pesqueras, que fueron alguna vez miembros del equipo de evaluación de biomasa del IMARPE, ha sido todo un proceso que solo tenía por lógica intención comprender mejor la biología de la anchoveta y sus interacciones oceanográficas, el principal recurso que las empresas capturan. Estos jales o captaciones, trajeron muchas mejoras en el dialogo e interacción entre la institución científica y las empresas, pero sobretodo la comprensión de que la sostenibilidad, es un reto que aseguraría el negocio por muchos años más, cosechando lo preciso año a año.
La sostenibilidad de una pesquería es de lógico interés para todos, comenzando por el comprador, que hoy convierte los dos mil millones de Dólares que exportan las empresas pesqueras peruanas en harina y aceite de pescado, en un negocio de más de treinta mil millones de Dólares, principalmente en alimentos para la acuicultura y también para la industria pecuaria, no al revés como algunos repiten sin saber. La lógica de esto es simple, el factor de conversión del alimento en carne, con harina de pescado y aceite de pescado, es mayor en los peces, que en los pollos, patos, chanchos, conejos y bovinos. Y es fundamental en las primeras etapas de crecimiento para todos.
También es importante la sostenibilidad para el sistema bancario, y hoy los bancos exigen a las empresas programas financieros sostenibles, si no, no hay créditos. Esto también es lógico, por que las inversiones en la pesca y en las fábricas de procesamiento son millonarias y los bancos ya pasaron por la experiencia en deudas cuantiosas que eran consideradas impagables, pero que gracias a los programas pro sostenibilidad de las empresas, han sido enteramente pagadas.
Ni que decir que la sostenibilidad es muy importante para el estado peruano. La lógica de ello esta no solo en que las empresas pagarán sus impuestos, sino que además con una administración sostenible, se asegura la cosecha anual de solo el 35% de la biomasa de anchoveta, dejando en el mar juveniles, adultos para reproducción y alimento para las otras especies del mar peruano, que son objetivo de otras pesquerías. Esto último, es fácil de probar, y algún científico debería llevarlo a los números para demostrar la lógica del proceso. A priori, con los años de estudio que tenemos de las diversas pesquerías peruanas y su evolución, hemos visto la coincidencia del retorno del bonito, jurel, caballa y otras muchas especies, de manera paralela, a las políticas de sostenibilidad y administración precautoria que ha propuesto el IMARPE y las empresas han respetado.
Lógicamente, la sostenibilidad de la pesquería de anchoveta, le importa al pescador industrial anchovetero muchísimo, porque puede recibir ingresos anuales superiores a los cien mil Nuevos Soles, incluso más que algunos de sus colegas trabajadores que trabajan en la administración de las empresas. Hay que tener claro que el sector industrial pesquero anchovetero, da trabajo a más de setecientos mil personas entre trabajos directos e indirectos.
Por supuesto uno de los más interesados en la sostenibilidad es el empresario, arriesga e invierte dinero y quiere utilidades. Pero no solo una vez, sino todos años. Es lógico, que la administración responsable de la pesquería de la anchoveta sea un interés primordial.
Estos principios lógicos tan evidentes y coherentes, parecieran no importar a la prensa o a ciudadano común y corriente. Pero felizmente los tontos son pocos, y creo que la mayoría de los peruanos tienen criterio. Ojalá lo tenga también el nuevo ministro de la producción, y parece que si, por que el ultimo, solo se dedicó a aprender de la pesca artesanal, llevado de la mano por dirigentes con intereses preclaros, políticos y antilógicos. Pero nada de la pesca industrial, cuando la pesquería de anchoveta representa más de las dos terceras partes del PBI del sector.
El crucero acústico y de calas, concluyo finalmente, aunque con un solo barco del IMARPE, el BIC Flores y el apoyo de barcos de las empresas asociadas a la SNP, que cuentan con equipos de calidad científica.
Por trascendidos sabemos que la mayor concentración de cardúmenes se encuentra entre la milla 40 y 60, pero sigue el desove, y se espera que el IMARPE, recomiende que la segunda temporada centro norte, se inicie entre la última semana de noviembre y la primera de diciembre. Los comentarios trascendidos anotan que hay muy buena biomasa, tal vez alrededor de diez millones de toneladas, por lo que la cuota podría estar entre dos millones y dos millones y medio de toneladas. Lo cual es una buena cuota sin lugar a dudas y todos esperamos que así sea. Habra que tener mucho cuidado para que el porcentaje de juveniles recomendado como captura maxima por el IMARPE, no se sobrepase.
Pero una vez más funciona la lógica. Si la anchoveta se hubiese sobrepescado ilógicamente como algunos dicen ¿habría aun pesquería de anchoveta? La respuesta cae por su propio peso. Más de diez años de pesquería industrial de anchoveta exitosa son la evidencia lógica de una buena administración pesquera, de la que otras pesquerías peruanas deberían aprender, antes que criticar…o envidiar.
Por: Francisco Miranda Avalos, presidente de la ONG Oannes