Las cuotas pesqueras han demostrado ser efectivas en la lucha contra la sobrepesca, pero a su vez pueden resultar en monopolios por parte de grandes empresas, lo que ha llevado a los pescadores locales de la bahía de Monterey (EE.UU.) a formar un “trust” con el que proteger sus intereses.
“Las cuotas han sido una historia de éxito. Ocho de las diez especies de peces que fueron declaradas en peligro en la bahía de Monterey ya se han recuperado. Pero, sin embargo, la industria pesquera local sigue sufriendo para sobrevivir”, explicó la directora ejecutiva del “trust” de pescadores, Sherry Flumerfelt.
Según Flumerfelt, que participó en una conferencia sobre los retos del cambio climático y la sobrepesca en los océanos organizada por la Fundación Nacional de la Prensa de EE.UU., esto se debe a que las grandes empresas pesqueras se aprovechan del sistema de cuotas y terminan monopolizando el sector.
Las cuotas limitan la cantidad de cada especie de pescado que un individuo puede extraer del mar y fijan días concretos en los que se puede faenar, pero, aunque son asignadas por el Gobierno, los pescadores pueden venderlas, lo que permite a las grandes compañías presionarles para adquirirlas.
“Los pescadores individuales no pueden competir de tú a tú con las grandes empresas pesqueras y, a la larga, muchos terminan asumiendo que les sale más a cuenta vender sus cuotas y abandonar la profesión, con lo que hay poblaciones en EE.UU. de larga tradición pesquera que ya no tienen ningún derecho sobre sus aguas”, indicó Flumerfelt.
Para evitar que esto sucediese en una área donde la pesca está tan arraigada como la bahía de Monterey, en el norte de California y donde el escritor John Steinbeck ubicó algunas de sus novelas más populares, los pescadores de la zona decidieron asociarse para comprar cuotas y distribuirlas solo entre pequeños productores.
“El ‘trust’ compra derechos de pesca y los reserva para los pescadores locales. Desde que empezamos en 2015, ya hemos asegurado cuotas de pesca por valor de un millón y medio de dólares, que alquilamos a precios asequibles y que están reactivando la industria local”, detalló la directora de la asociación.
El “trust”, que cuenta con el apoyo de las administraciones locales y de activistas medioambientales, tiene como principal objetivo “lograr la sostenibilidad ambiental, económica y social de la pesca”, por lo que sus miembros se comprometen a seguir todas las prácticas que vayan dirigidas en este sentido.
“El problema es que los pescadores que siguen prácticas sostenibles y, por tanto, caras tienen que competir con la pesca internacional, que se rige en muchos casos por estándares más bajos o que incluso es ilegal”, apuntó Flumerfelt, quien indicó que el 90 % del pescado que se consume en EE.UU. es importado y se concentra en camarones, salmón y atún.
Para apoyar la pesca sostenible y evitar que la competencia la hunda, el “trust” se ha coordinado con los restaurantes locales para crear una semana gastronómica en enero (durante la temporada turística baja) en la que se promociona el producto local, además de haber lanzado una iniciativa para que los pescadores vendan directamente desde sus propios barcos.
De acuerdo a datos de Naciones Unidas, en 2015 un 33,1 % de toda la pesca mundial se produjo a niveles biológicamente insostenibles, es decir, en condiciones de sobrepesca extrema, y en el caso del atún, una de las especies más afectadas, esto se produjo en el 43 % de las zonas en las que se pesca este pez. EFE