Las capturas debían iniciarse a mediados de noviembre, pero la presencia de un 96% de stock juvenil hizo que el Instituto del Mar del Perú (Imarpe) la pospusiera hasta que dichas condiciones mejoraran. El viernes pasado la entidad dio luz verde a las embarcaciones para zarpar y retomar su actividad, tras hallar que a finales del 2017 el porcentaje de recursos de talla adulta (12 centímetros) ascendía a 52% del total.
En ese sentido, las expectativas están en el porcentaje de juveniles aún por desarrollar: casi la mitad del recurso debería alcanzar la talla adulta hacia la primera temporada del 2018. “Ya son cuatro años que estamos por debajo del nivel de equilibrio, lo que hace que sea una situación difícil”, comenta a Día1 Elena Conterno, presidenta de la Sociedad Nacional de Pesquería (SNP), precisando que la cuota óptima asciende a 4 millones de toneladas. “Esperamos que el 2018 sea el año de la normalización”, agrega. La también ex ministra de la Producción recuerda que la reducción de las cuotas comenzó en el 2014, con los primeros indicios del fenómeno de El Niño.
Juan Carlos Sueiro, experto en pesquería de la asociación Oceana, duda sobre los ciclos biológicos constantes del recurso. “Existe la posibilidad de que antes del 2014 hayan sido años dorados”, dice, y advierte que es posible que la anchoveta se esté adaptando a condiciones oceanográficas nuevas, que deberían ser investigadas.
La racha de las últimas temporadas les ha enseñado a los industriales a ser más eficientes, analiza Víctor Matta, CEO del grupo Exalmar. “El Niño o La Niña son eventos climáticos que forman parte de nuestro negocio y, por lo tanto, las empresas deben y están preparadas para afrontar este tipo de retos”, apunta.
En esa línea, Matta proyecta que la tendencia es apostar por mejorar los estándares de calidad (como en los sistemas de refrigeración a bordo).
La transición hacia harina de pescado de mayor valor, con posibles mejores capturas en las próximas temporadas, permitiría poner foco, asimismo, en la recuperación de mercados desplazados por la escasez del recurso, partiendo por China, el principal comprador global. Sueiro apunta que la India y Vietnam han ingresado con fuerza a ese destino, ante la menor provisión peruana.
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En lo que se refiere a pesca para consumo humano directo (CHD), está en debate la posible creación de una cuota definitiva para la pota (calamar gigante), que es la segunda pesquería más importante tras la anchoveta, con unas 500 mil toneladas capturadas por año, por embarcaciones pesqueras.
En noviembre pasado el Imarpe realizó una expedición para determinar el stock del recurso. Este año debería conocerse a cuánto asciende, indica Alfonso Miranda, presidente del Comité de Pesca y Acuicultura de la Sociedad Nacional de Industrias (SNI). La medida debería ir acompañada de un mayor control de la flota extranjera que ingresa a pescar de manera ilegal el recurso, como de la profundización de la formalización de los pescadores artesanales, comenta el ejecutivo.
El foco del CHD también seguirá puesto en la diversificación de la cartera hacia productos congelados y en conservas, especialmente de jurel y caballa. La cuota establecida para el 2018 es 25% menor en el caso de la primera e igual para la segunda, respecto a las del 2017. Al respecto, Miranda apunta que son optimistas sobre el jurel, aunque el año pasado no se pescó “nada ” y las condiciones aún no son favorables para el recurso. Sobre la caballa, Sueiro comenta que la mayor disponibilidad ha permitido impulsar la producción de congelado.
En langostinos, se prevé un crecimiento del 15% en volúmenes, gracias a la inversión en intensificación de la producción en el norte el país. Según informó Prom-Perú, se busca posicionar este producto como un alimento de nicho, para diferenciarlo de la masiva oferta ecuatoriana.