Tras cuatro rondas previas y dos años de retrasos por la pandemia, se espera que a lo largo de las próximas dos semanas los Gobiernos pacten finalmente un instrumento jurídicamente vinculante para la conservación de las aguas internacionales, que suponen dos tercios de la superficie total de los océanos.
Países de todo el mundo iniciaron este lunes la última ronda de negociación de cara a un tratado internacional para proteger la alta mar con llamamientos a la “flexibilidad” y al “compromiso” que preocupan a los grupos ecologistas, pues temen un texto con poca ambición que resulte insuficiente para salvar los océanos.
Tras cuatro rondas previas y dos años de retrasos por la pandemia, se espera que a lo largo de las próximas dos semanas los Gobiernos pacten finalmente un instrumento jurídicamente vinculante para la conservación de las aguas internacionales, que suponen dos tercios de la superficie total de los océanos.
“El nefasto estado de los océanos supone que el momento de actuar es este”, avisó hoy el secretario general de la conferencia que negocia el tratado, Miguel de Serpa Soares, que urgió también a todos los países a mostrar espíritu de “cooperación” y encontrar “compromisos”.
Rena Lee, que preside las negociaciones desde su inicio, destacó que en la última ronda se lograron “verdaderos progresos” que “pueden ser la base de un consenso”, pero dejó claro que va a hacer falta “creatividad” y “flexibilidad” para cerrar un acuerdo.
Lee dijo que el objetivo debe ser un pacto “justo, equilibrado, aplicable y que atraiga una implementación universal” y animó a que la búsqueda de lo perfecto no arruine la posibilidad de un resultado positivo.
Esa necesidad de consenso preocupa a los grupos ecologistas, que temen un tratado descafeinado y que no vaya lo suficientemente lejos.
“Flexibilidad, claro que sí, por supuesto. Son casi doscientos países para decidir un tratado…, pero se necesita mucho liderazgo para que esto no quede en lo de siempre”, explicó Pilar Marcos, que forma parte de la delegación de Greenpeace que ha viajado a Nueva York.
DIPLOMACIA SOBRE LOS OCÉANOS
Marcos reconoció que hará falta “muchísima diplomacia” para poner de acuerdo a países con posturas muy diferentes sobre los océanos, pero recordó que hay demasiadas experiencias que se han quedado en “papel mojado” y que ahora no se puede mantener el statu quo.
“Los océanos están realmente en una espiral mortal y no podemos estar dos décadas debatiendo si se pueden crear o no santuarios en la alta mar”, insiste.
“Esta sesión de negociación debe aspirar al compromiso más ambicioso posible. Es hora de dejar de lado el interés propio y tomar las decisiones correctas para el futuro de nuestro océano, nuestro clima y nuestras comunidades”, apuntó en una nota Jessica Battle, experta de la organización WWF.
LISTA PARA UN TRATADO EXITOSO
Los ecologistas han fijado una lista de cuestiones que consideran básicas para que el futuro tratado pueda ser considerado un éxito y que se centran, principalmente, en que se facilite o no el establecimiento de “santuarios marinos”, zonas libres de actividades que destruyen la biodiversidad como la pesca y la minería.
La meta que se fijan estos grupos es que para 2030 se pueda garantizar la protección de al menos un 30 % del área de los océanos, según señala la Alianza de la Alta Mar, una gran plataforma en la que se han asociado decenas de ONG.
Medio centenar de países, liderados por la Unión Europea (UE), se han comprometido a cerrar un acuerdo “ambicioso” este año, pero los ecologistas ponen en duda incluso la voluntad de este grupo por la presencia de países con fuertes intereses pesqueros como España, Portugal o Dinamarca.
CONSERVACIÓN O GESTIÓN
Las ONG agrupadas bajo el paraguas de la Alianza para la Alta Mar avisan de que, por encima de todo, los países de la ONU tienen que decidir si quieren un tratado que realmente permita “conservar” zonas de los océanos o “gestionarlas” y, por tanto, permitir que sigan llevándose a cabo actividades como la pesca o la minería submarina.
Para ponerse de acuerdo, los Gobiernos tendrán que superar sus diferencias en ese ámbito, pero también la división política más general que se vive ahora mismo en la comunidad internacional y que hoy se hizo evidente cuando, ya desde la sesión de apertura, las potencias occidentales y Rusia se cruzaron acusaciones por la guerra de Ucrania.
FUENTE: Gestión | EFE