La pesca industrial de anchoveta ha sido uno los sectores que lideró la reactivación económica, empezando sus operaciones el 13 de mayo, bajo estrictos protocolos de bioseguridad.
En el contexto actual que vivimos a causa del COVID-19, avanzar en la reactivación económica del país resulta fundamental, toda vez que la salud y la economía no pueden transitar por cuerdas separadas y además porque sectores productivos que impactan en mano de obra y divisas son imprescindibles para generar los recursos necesarios que nos permitan enfrentar esta pandemia, sobre todo cuando las cifras de abril –que muestran una caída de 31% en el PBI- no son nada auspiciosas.
La pesca industrial de anchoveta ha sido uno los sectores que lideró la reactivación económica, empezando sus operaciones el 13 de mayo, bajo estrictos protocolos de bioseguridad. Pocos, sin embargo, conocen del aporte que este sector genera para la economía.
Al respecto, y citando a Pitágoras, quien señalaba que “todas las cosas son número”, empezaremos refiriéndonos a un reciente informe de Apoyo Consultoría que afirma que, en un buen año, el PBI pesquero puede llegar a representar el 1.8% del PBI nacional. De este importante aporte, la pesca industrial de anchoveta representa las dos terceras partes, siendo que, por cada medio millón de toneladas capturadas, se suman 504 millones de soles, es decir, 0.1% del PBI. De ahí la necesidad de mantener una política donde las cuotas de pesca se fijen de manera técnica, a fin de preservar el recurso y seguir aportando a la economía.
Sin embargo, lo más importante es que este aporte de la pesca al PBI no es estático, sino dinamizador de la economía. Así, por ejemplo, en el caso de la parte extractiva, esta incrementa de manera indirecta las ventas del resto de la economía en 63%; mientras que las ventas de CHD y CHI duplican las ventas en otras industrias.
Pero eso no es todo. Esta actividad genera más de 113 mil puestos de trabajo ubicados a lo largo de la costa peruana, donde también hay un incremento en los ingresos y gastos reales de los pobladores. Además, según un estudio del IPE, por cada empleo directo en la pesca se generan 3 indirectos. Hoy que vemos la pérdida de miles de empleos, este dato resulta fundamental.
Otro impacto muy positivo del sector son las divisas que genera. Así, en un buen año, la pesca contribuye con US$ 3,300 millones en divisas, representando el 7% de las exportaciones totales del Perú; ocupando la exportación de harina y aceite de pescado el tercer lugar de las exportaciones tradicionales de nuestra economía.
Por otro lado, el fisco también se beneficia de la contribución del sector pesquero a través de los tributos que paga. Así, por ejemplo, solo en el 2019 se alcanzó los S/ 1,246 millones, monto que superó en S/ 415 millones al presupuesto del PRODUCE en el mismo periodo.
Sin embargo, existe un dato que debería preocuparnos: la contracción de inversiones. A raíz de políticas públicas ineficientes que datan desde el año 2011 y cambios climatológicos que han afectado al sector, se observa en los últimos años una reducción del esfuerzo pesquero en el país, lo que se ve reflejado en una contracción de los activos en 12% del total existente en el 2013. Una causa importante de ello ha sido la eliminación del Régimen Especial de Pesca en el Sur que ha originado el cierre de más de 7 plantas pesqueras, donde lamentablemente se han perdido más de 6,450 empleos anuales.
La pesca ha sido y es un motor de la economía peruana. Ello, sin embargo, podría ser repotenciado si se impulsaran políticas que asegurasen la competitividad del sector, reduciendo una serie de sobrecostos, combatiendo frontalmente la pesca ilegal, promoviendo la industria nacional del atún y dejando atrás mitos que no suman. Dejemos que la cifras hablen por sí solas.
Por: Cayetana Aljovín (Presidenta SNP) / Diario Gestión