Según un estudio publicado en la revista Science, este principio biológico se mantuvo estable hasta antes de los inicios de la pesca a escala industrial.
La incidencia destructiva del ser humano en los distintos ecosistemas del planeta cada vez se sostiene con más pruebas científicas. Sin embargo, pese a ello, aún se desconocen las consecuencias que se podrían generar por trastocar la armonía de la naturaleza y sus especies.
Ahora, un estudio en la revista Science ha revelado que el ecosistema marino no solo se ve afectado por la pesca en abundancia y la cacería ilegal, sino también por el desequilibrio de un principio fundamental en la vida acuática.
Se trata de la ley conocida como el espectro de Sheldon. Esta regla biológica describe que la biomasa —el volumen que un ser vivo ocupa en el planeta— de las especies más grandes y menos abundantes es aproximadamente equivalente a la biomasa de las especies más pequeñas, pero más numerosas.
Por ejemplo, si bien el krill es 12 veces más pequeño que el atún (en órdenes de magnitud biológicas), en abundancia es 12 veces superior a este. De igual manera, toda la carne de atún del mundo debería aproximarse, hipotéticamente, a la misma cantidad que toda la biomasa de krill global.
Hasta la fecha, otros estudios habían probado esta regla natural en escalas relativamente pequeñas, por ejemplo, desde el plancton marino hasta los peces en agua dulce. Sin embargo, el ecólogo Ian Hatton, del Instituto Max Planck, y sus colegas deseaban comprobarlo a una escala mayor con un nuevo método que involucre desde bacterias hasta ballenas.
Comparación a gran escala
El equipo reconstruyó históricamente el estado “prístino” del océano antes de 1850, cuando empezaba a despegar la segunda revolución industrial y los nuevos combustibles. Luego, con aquella información, elaboraron modelos de ecosistemas marinos. Así, en 12 grupos de vida marina —bacterias, algas, zooplancton, peces y mamíferos— ubicados en más de 33.000 puntos del océano global, se cumplió el espectro de Sheldon.
Según los biólogos, la explicación de esta distribución similar podría responder a factores como el metabolismo, las tasas de crecimiento, la relación depredador-presa, la reproducción y la mortalidad. Sin embargo, todos destacan que aún no existe una respuesta concreta.
Luego de comparar esta información preindustrial con la situación actual, los investigadores encontraron un quiebre radical en el patrón de los organismos más grandes, los cuales han disminuido en gran cantidad.
La investigación concluyó que desde el siglo XIX la cantidad de peces y mamíferos marinos se ha reducido en un 60%, mientras que animales gigantes como las ballenas han descendido en un 90%.
“Los seres humanos no solo han reemplazado a los principales depredadores del océano, sino que, a través del impacto acumulativo de los últimos dos siglos, han alterado fundamentalmente el flujo de energía a través del ecosistema”, sostuvieron los investigadores en el artículo.