Si la pesca era limitada, la situación empeoró cuando un temblor de 4.7 grados remeció Quilca el pasado 4 de mayo. Los peces huyeron hasta el fondo del mar.
La pandemia del coronavirus ha traído como efecto frenar dramáticamente la operación de todos los sectores económicos nacionales. La pesca artesanal es una de ellas, y estos recios hombres de mar la están pasando mal.
De no recibir ayuda, frente a la voracidad de la pesca industrial, que sí tiene apoyo, amenazan con extinguirse. Y con ellos, miles de leyendas de la relación entre el hombre y el mar, la necesidad y la afición, la vida en tierra firme y los sueños sobre el agua. O dentro de ella, en las noches de luna llena en altamar.
EN MATARANI
En Matarani, la situación no es buena para los más de 4 mil pescadores artesanales cuya economía se basa en la venta del producto de su pesca. Las primeras semanas después de declarada la emergencia sanitaria muchos continuaron su trabajo por tratarse de una actividad esencial. Sin embargo, las diversas restricciones para el comercio lograron que los pescadores salgan poco a pescar.
Estos meses es temporada de pota, pero en vista que la abundancia del producto marino ocasionaba aglomeraciones, se ha visto por conveniente que solo las empresas privadas se dediquen a su pesca. Además, ahora únicamente quienes tienen su carnet de pesca están autorizados a salir.
«El pescador artesanal, en su mayoría, carece de carnet de pesca, porque es un trabajo temporal, cuatro meses pueden salir a trabajar y luego tienen que esperar. Eso no entiende el estado», nos dice uno de estos pescadores.
Si la pesca era limitada, la situación empeoró cuando un temblor de 4.7 grados remeció Quilca el pasado 4 de mayo. Los peces huyeron hasta el fondo del mar. El martes, luego de 5 días en alta mar, regresó una embarcación que tuvo suerte y consiguió pejerrey.
PIDEN AYUDA POR CORONAVIRUS
Con la pesca limitada, los peces ausentes y el centralismo de las empresas privadas, se suma el hecho que ninguno accedió al bono «yo me quedo en casa» o al bono independiente. Están a la espera de que alguno acceda al bono universal, pero sin muchas esperanzas.
«Para salir a pescar se gasta aproximadamente 2 mil 500 soles a 3 mil soles, hemos salido hace 4 días y no hemos traído nada», se lamenta otro pescador.
El presidente habló de préstamos para los pescadores, pero piden documentación que la mayoría de estos pescadores no tienen, por lo que no accedieron al capital. Han enviado cartas a todas las autoridades pertinentes, pero ninguna fue contestada, tampoco la del Gobierno Regional.
A este paso es muy probable que la pesca artesanal desaparezca por las trabas en el proceso de formalización y acaparamiento de los buques exportadores, advierten.
Esperando que no ocurra, les ofrecemos algunas imágenes de la realidad de esta actividad, en el puerto de Matarani, en plena crisis ocasionada por el coronavirus.
FUENTE: El Buho