En la limítrofe provincia de Sichuán, miles de barcos de pesca han sido destruidos o están a punto de serlo. Más de 16,400 pescadores han perdido sus licencias. En el pequeño pueblo de Yang Zeqiang, las pancartas rojas recuerdan la consigna: “Prohibida la pesca, debemos estar orgullosos de proteger los peces”.
Después de décadas de contaminación y explotación excesiva, las autoridades chinas prohibieron la pesca en el Yangtsé, el mayor río del país, y miles de pescadores tuvieron que buscar otro medio de vida.
En su pequeña embarcación, Yang Zeqiang atraviesa el brazo del río que separa la isla de Zhongba del resto del municipio de Chongqing (suroeste). La embarcación, adquirida con la ayuda del Estado, debe permitirle llevar turistas a la isla. Pero en este día nublado, no hay muchos clientes.
El ex pescador, de 52 años, sólo lleva a algunas personas, cargadas con sacos de cereales. El mar está a más de 1,500 km al este, donde se encuentra la desembocadura cerca de Shanghái.
“Pescar era difícil, pero me gustaba. Lo echo de menos”, confiesa. “Crecí aquí, a orillas del Yangtsé, donde mi familia ha pescado durante generaciones”. Pero este año el gobierno impuso una prohibición de pesca durante diez años en toda la cuenca del río, incluidos afluentes y lagos conectados, para reconstituir la fauna.
Prohibida la pesca
Al igual que los demás habitantes de la isla, Yang Zeqiang espera sobrevivir gracias al turismo. Además de comprar el barco, convirtió su casa en albergue y sala de juegos. Pero sus nuevas actividades no le darán más de 20,000 yuanes este año (US$ 3,035), la cuarta parte de lo que ganaba con la pesca.
En la limítrofe provincia de Sichuán, miles de barcos de pesca han sido destruidos o están a punto de serlo. Más de 16,400 pescadores han perdido sus licencias. En el pequeño pueblo de Yang Zeqiang, las pancartas rojas recuerdan la consigna: “Prohibida la pesca, debemos estar orgullosos de proteger los peces”.
La mayoría de los habitantes entrevistados dicen que entienden la necesidad de proteger el recurso, en una cuenca que antes proporcionaba 60% del consumo nacional de peces de agua dulce.
Pero el fin de la actividad golpea el sustento de cerca de 300,000 hogares. “Cuando se pescaba, se ganaba más”, explica Zhao Zejin, de 71 años, que ahora vende semillas a los agricultores. “El nivel de vida era mejor”, añade.
Plástico y fábricas
El desenfrenado desarrollo de China en los últimos 40 años ha llenado el Yangtsé de productos químicos y desechos de todo tipo. El río más largo de Asia es el mayor contribuyente mundial de plástico en los océanos. Las 11 presas en su recorrido perturbaron el ecosistema, especialmente la migración de peces.
Cuatro especies que vivían sólo en el Yangtsé han desaparecido y 61 más están amenazadas, según un informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), publicado este año. Sólo quedarían unos centenares de la icónica marsopa sin aleta dorsal. Ante el desastre, la supervivencia del Yangtsé se convirtió en una prioridad nacional.
En los últimos años, los programas de protección se multiplicaron, con el cierre de fábricas químicas y la apertura de reservas naturales. Pero “la prohibición de la pesca no bastará para transformar el Yangtsé en un río sano”, advierte Sieren Ernst, que dirige desde Washington el Climate Cost Project, una organización ecologista.
“Lo que se necesita es un programa integral de gestión de ecosistemas para toda la cuenca del río Yangtsé, que garantice la salud biológica de la región, incluida la de los seres humanos”, afirma. Ya se han impuesto sanciones a los que desafían la prohibición y trece pescadores fueron condenados este mes.
FUENTE: AGENCIA AFP / GESTIÓN