En mayo y septiembre de 2019, el HuaLi8, un barco de bandera china con antecedentes de pesca ilegal, utilizó los puertos de Callao y Chimbote, pero no fue inspeccionado. Actores del sector pesquero y científicos exigen que se establezca una regulación para la captura de calamar gigante en altamar donde, por ahora, prácticamente no hay leyes que normen la pesca.
Entre 250 y 300 embarcaciones, en su mayoría chinas, pescaron durante el mes de septiembre pota o calamar gigante (Dosidicus gigas) frente al mar territorial peruano, a la altura de Pisco, al sur del país. Expertos aseguran que se trata de la misma flota que en junio pasado llegó hasta los límites de la zona económica exclusiva del archipiélago de Galápagos y que permaneció en el lugar hasta agosto, generando indignación entre científicos y conservacionistas del mundo entero.
La Marina de Guerra del Perú aseguró, a través de un comunicado, que “se constató en forma visual y radárica, que no había embarcaciones pesqueras extranjeras operando dentro del dominio marítimo”, por lo que no estarían infringiendo ninguna norma.
Los pescadores aseguran que llevan años denunciando la presencia de estos barcos que, según especialistas que estudian a esta flota, realizan una pesca no reglamentada que amenaza con sobreexplotar los recursos marinos.
Los antecedentes ilegales
Algunos de los barcos que integran la flota china tienen antecedentes de pesca ilegal. Uno de ellos es el Hua Li 8 de la empresa Zhoushan Huali Ocean Fisheries, perseguido en febrero de 2016 por la Armada argentina tras ser detectado pescando ilegalmente dentro del mar territorial de ese país. En esa oportunidad, el Hua Li 8 no pudo ser atrapado a pesar de la espectacular persecución de los guardacostas argentinos. Semanas más tarde, sin embargo, en marzo de ese mismo año, las Fuerzas Armadas de Indonesia se encargaron de capturarlo.
Según la herramienta de monitoreo satelital, Global Fishing Watch, que permite rastrear la ruta de los barcos e identificar posibles actividades de pesca, hasta el 23 de septiembre el Hua Li 8 estuvo pescando frente al mar territorial peruano. La plataforma muestra, además, que entre el 15 y 18 de mayo de 2019, el Hua Li 8 permaneció 17 horas en el puerto de Callao. Y luego, entre el 16 y el 22 de septiembre del mismo año, estuvo en el puerto de Chimbote.
La información detectada por Mongabay Latam fue corroborada por la Marina de Guerra del Perú quien informó a este medio que “dichos ingresos se debieron a cambios en sus tripulaciones”.
La norma nacional sobre la pesca no declarada y no reglamentada establece que las naves con antecedentes de pesca ilegal tienen prohibido el ingreso a puerto. Sin embargo, si un barco infractor cumple con su sanción puede seguir operando normalmente. “Cuando [el HuaLi8] tuvo denuncia fue capturado y multado, después de eso el buque no tiene denuncias”, explicó la Marina, y es por esa razón que el buque pudo entrar a ambos puertos peruanos.
Pero hay otros mecanismos para fiscalizar a los barcos con historiales de pesca ilegal. En 2017, el Perú ratificó el acuerdo sobre las Medidas del Estado Rector de Puerto (MERP), un tratado internacional cuyo objetivo es eliminar la pesca ilegal no declarada y no reglamentada.
Dicho tratado le permite a cada país miembro inspeccionar a los barcos de bandera extranjera que entran a sus puertos para determinar si están involucrados en pesca ilegal. Si las autoridades nacionales consideran que la carga fue capturada ilícitamente, la embarcación no puede descargar su pesca ni cargar combustible o suministros ni recibir otros servicios, por lo que se le obliga a encontrar otro lugar donde atracar. Otro punto importante es que los países que se han adherido al acuerdo comparten la información sobre las embarcaciones que operan de forma ilegal.
Milko Schvartzman, especialista en conservación marina de la organización argentina Círculo de Políticas Ambientales, experto en el análisis del comportamiento de la flota china en Sudamérica, explica que en el caso de que se le dé acceso a un barco que tiene prontuario o que es sospechoso de llevar consigo pesca ilegal, “se le inspecciona de una manera mucho más intensa que a otro barco del cual no hay sospechas”.
En opinión de Schvartzman, “en el caso del HuaLi8 es un barco que no sería lo ideal darle acceso al puerto o en el caso de dárselo se tendría que inspeccionar de una manera muy exhaustiva”. Sin embargo, según señaló a este medio la Autoridad Marítima Nacional, que es la encargada de realizar las inspecciones del Estado Rector de Puerto, el HuaLi 8 no fue inspeccionado. “No se le pasó inspección del Estado rector del Puerto según el acuerdo MERP”, respondió el órgano y precisó que la razón fue que “el Estado Peruano lo suscribió (el acuerdo) el 3 de marzo del presente año, a partir de esa fecha se pasa inspección a los buques pesqueros extranjeros que arriban a puerto”.
Mongabay Latam encontró, sin embargo, revisando una serie de decretos y normas peruanas que las inspecciones del Estado Rector de Puerto rigen desde finales de octubre 2017. Esto fue confirmado a este medio por la Cancillería: el Perú suscribió el acuerdo el 3 de marzo de 2010. Luego, el 23 de junio de 2017 fue aprobado por el Congreso de la República, en septiembre de ese mismo año fue ratificado por el Presidente a través de un Decreto Supremo y el tratado entró en vigor en el país el 27 de octubre de 2017.
Además, Alberto García, Asesor Estratégico de la Representación en Perú de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) —organismo internacional a cargo del instrumento de MERP— aseguró que para cuando el HuaLi8 arribó a los puertos de Callao y Chimbote en 2019, el Perú ya realizaba las inspecciones del Estado Rector de Puerto.
Entonces ¿por qué no fue inspeccionada la embarcación y por qué la Marina asegura que las inspecciones rigen a partir de marzo de este año?
Según precisa García, en julio 2016, el Ministerio de la Producción (Produce) —el organismo encargado de los asuntos pesqueros en el Perú— sacó un decreto supremo como una primera aplicación del acuerdo. “A pesar de que en ese momento todavía (el tratado) no había sido ratificado por el Congreso ni por el poder ejecutivo, pero como ya lo había suscrito el Perú en el año 2010, el gobierno entendió que se podía empezar a implementar”, dice García. Según el representante de la FAO en Perú, en 2020 lo que se hace es modificar algunos de los artículos del DS del 2016 “para mejorar la aplicación de las condiciones de arribo y operaciones en puerto de embarcaciones de bandera extranjera”. Sin embargo, insiste el funcionario de la FAO, las inspecciones del Estado de Rector de Puerto se hacen desde hace años en el Perú.
Según la Marina, las preguntas sobre la incongruencia en las fechas deben hacerse al Produce; sin embargo, hasta la publicación de este artículo el Ministerio de la Producción no entregó respuesta a nuestras preguntas.
El abogado José Antonio Pejovés, profesor de Derecho Marítimo en la Facultad de Derecho de la Universidad de Lima, quien participó en la redacción de la Guía de la Ley Modelo de Puertos para los países miembros de la Comisión Interamericana de Puertos de la Organización de los Estados Americanos (OEA), asegura que “cuando un país se adhiere o ratifica un instrumento se obliga a cumplirlo. El convenio internacional le resulta vinculante y tiene que cumplirlo”, dice Pejovés.
Schvartzman asegura que “la idea (del acuerdo sobre las Medidas del Estado Rector de Puerto) era cerrar los puertos a barcos con prontuario de pesca ilegal y de esa manera ir desincentivando la pesca ilegal”. Sin embargo, precisa que ello no se ha cumplido. “Muchas organizaciones ambientales —añade— lucharon durante años para este acuerdo y lamentablemente le pese a quien le pese no está funcionando”.
Otro de los barcos que componen esta controvertida flota de pesca y que estuvo operando en los límites del mar territorial de Perú es el Lu Rong Yuan Yu 668, de Rongcheng Rongyuan fishery, también perseguido por la Armada argentina en abril de este año por pescar ilegalmente. Según Marine Traffic, otra plataforma de monitoreo satelital, su último posicionamiento, que data del 12 de junio 2020, es al sureste de Galápagos, a la altura de Piura, al norte del Perú.
Alfonso Miranda, presidente de Calamasur, un grupo compuesto por actores de la industria del calamar en Chile, Ecuador, Perú y México asegura que desde hace años el sector pesquero que se dedica a la pota en estos países viene denunciando su preocupación por la presencia de estas flotas. “Estamos preocupados por la amenaza de la flota de aguas distantes [asiática principalmente] que tienen conductas ilegales, transgresoras dentro de nuestros dominios marítimos”, indica Miranda, aunque la Marina señala que «no se registra denuncias formales».
Por lo mismo, Calamasur firmó en julio pasado una alianza con la Organización Para la Protección de los Recursos del Atlántico Sudoccidental (OPRA), su homóloga en el Atlántico Sur. Este acuerdo busca incidir en la Organización Regional de Ordenación Pesqueras (OROP) del Pacífico Sur. Este organismo intergubernamental, conformado por 15 países de Asia, Europa, América y Oceanía es el que tiene autoridad para establecer medidas de conservación y gestión de pesquerías en altamar y el que debe ocuparse de la administración del calamar gigante en aguas internacionales. De esa manera, Calamasur espera poder conservar un recurso que actualmente consideran están siendo depredado prácticamente sin control.
La amenaza de la sobrepesca
“Tú vas navegando en la oscuridad de la noche y el reflejo de esas embarcaciones se ve desde un promedio de 60 millas (que son entre 12 y 14 horas de navegación)”, cuenta Fidel Fiestas, pescador de pota, armador y presidente de la Cooperativa de Pescadores Jehová Rey de Reyes de la Islilla, en el distrito de Paita. “Cuando nos encontramos con esas embarcaciones, la luz, es como si fuera una ciudad”, dice.
Lo mismo cuenta Henry Juárez, presidente de la Asociación de Poteros de Parachique: “Ellos usan unas luces muy potentes y nosotros las divisamos a lo lejos como si fuera una ciudad en el mar”. Cuando es de día, precisa Fiestas, “se ve que las embarcaciones son ‘poteras’ por las manos hidráulicas que tienen”. Juárez también las ha visto, la flota china indica “siempre se ha caracterizado por pescar la pota hidráulicamente”. Los pescadores artesanales peruanos que pescan pota trabajan frecuentemente junto a las embarcaciones chinas. “Estás ahí, ni a 10 ni 15 minutos”, añade Fiestas y las distingues porque “donde están los brazos hidráulicos, está manchado con la tinta de la pota, que es negra”.
El experto argentino Milko Schvartzman explica que todos los años, entre diciembre y mayo, la flota china pesca en el Atlántico Sur Occidental, frente a Argentina, otra variedad de calamar gigante, el Illex argentinus. Luego, entre mayo y julio, se traslada al Pacífico, pasando por el Estrecho de Magallanes, y comienza a operar desde el norte de Chile, bordeando la zona económica exclusiva de ese país para seguir subiendo hacia el Perú, llegar frente a Galápagos y luego regresar.
La controversia que ronda a esta flota tiene varias aristas. Una de ellas, y la principal preocupación para los expertos, es la sobrepesca del recurso que estos barcos podrían estar realizando. “Se trata de una flota gigantesca”, dice Luis Suárez, director de la ONG Conservación Internacional en Ecuador. Miranda, el presidente de Calamasur, asegura que “la flota china ha ido creciendo de forma acelerada. Ya no sabemos si son 500 embarcaciones o más las que están pescando en altamar”, señala. El problema, según precisa Max Bello, experto en política pública para la conservación de los océanos y miembro de la organización Mission Blue, es que “todos los números que conocemos no son reales ni oficiales y no tenemos una claridad real de cuánto están pescando”, porque “no es posible saber con exactitud de cuántos barcos se trata”.
Según explica, ello se debe a que estos barcos cambian constantemente de registro, apagan sus transmisores satelitales y no tienen observadores a bordo.
Alex Hearn, Vicepresidente de la ONG Migramar, agrega que la sobrepesca de este recurso puede generar impactos ecológicos, ya que “el calamar es un grupo funcional muy importante en el ecosistema marino”. De hecho, asegura que “es la comida principal del tiburón martillo”, especie en Peligro Crítico de extinción según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Los pescadores de pota, como Henry Suárez, denuncian que las embarcaciones chinas “son como una pared” que no deja entrar el recurso al territorio peruano. Juan Carlos Sueiro, director de pesquerías de Oceana Perú señala, sin embargo, que no existen suficientes datos para poder asegurar que la pesca realizada por la flota china esté teniendo algún impacto en la pesquería peruana de pota.
Falta de gobernanza en altamar
Altamar, también llamada aguas internacionales, cubre el 41 % del planeta y el 60 % de todos los océanos de la Tierra. Sin embargo, allí casi no hay ley que ponga reglas sobre cuánto, cómo, qué y cuándo pescar. Los expertos consultados por Mongabay Latam coinciden en que los problemas con la flota china derivan de la falta de gobernanza en estos espacios. “Hay actividad en altamar que sencillamente no tiene reglas para que sean cumplidas y por lo tanto es muy difícil perseguir lo que pasa allí por las débiles regulaciones”, dice Alex Muñoz, director para América Latina del programa Pristine Seas de National Geographic.
Para avanzar en la solución de este problema, el experto precisa que “falta concretar un tratado robusto que fortalezca la conservación y uso sustentable de los recursos marinos en altamar”. Pero además, Muñoz asegura que flotas como la china “están fuertemente subsidiadas, lo que aumenta la sobreexplotación de especies pesqueras”. Por lo mismo, el director de Pristine Seas enfatiza que “es muy importante llegar a un acuerdo para terminar con los subsidios pesqueros”, porque este factor “está impulsando y agravando el problema”.
El pescador Henry Juárez añade que el subsidio del combustible le permite a estas embarcaciones tener bajos costos, “por lo tanto ellos ofrecen el recurso a un menor precio”. Agrega que eso los perjudica económicamente porque “hay una competencia desleal”.
La sobrepesca que la flota china podría estar realizando, y que es permitida debido la falta de gobernanza en altamar, “es perjudicial para todos los países que dependemos del mar y que necesitamos de pesquerías saludables para alimentar al planeta y para darle ingresos a miles de pescadores que viven de esta actividad”, dice Muñoz.
“La principal propuesta que tenemos para altamar es el cierre de acceso para el calamar”, dice Miranda. Es decir, que la OROP no permita que aumente el número de barcos que pescan calamar en aguas internacionales.
Por lo pronto, la OROP del Pacífico Sur ya aprobó por unanimidad la primera medida relacionada al calamar gigante. A partir del primero de enero de 2021, se comenzará a poner observadores a bordo de las embarcaciones para llevar un registro detallado de las actividades en altamar.
FUENTE: Mongabay Latam