Ingeniero Nicolás Hurtado, experto medioambiental, considera que el talento humano contribuye a la competitividad del sector.
El derrame de petróleo ocurrido recientemente en nuestro mar peruano, que a la fecha aún sigue impactando negativamente en el litoral de la zonas del Callao, Ancón, Chancay y Huacho, ha puesto en evidencia lo susceptible de la actividad pesquera peruana a la ocurrencia de estos desastres y al impacto de otros como el cambio climático, la sobreexplotación, la contaminación proveniente de muchos medios como la de microplásticos no solo en peces marinos, sino también en el ámbito continental, lo que hace cada vez más riesgoso comer un pescado, pero sobre todo esto influye negativamente en la economía local, en el abastecimiento de pescados y en general en el desarrollo del país.
Fuera del gran impacto de la pandemia de COVID-19, se suma la coyuntura política actual, por la cual en menos de seis meses ya se han designado tres ministros de la Producción, lo que no deja en claro aún la política nacional del sector pesquero y acuícola del actual gobierno y mucho menos si tendrá el impacto más adecuado para el sector.
La industria pesquera actualmente exporta más de 4,000 millones de dólares y es un importante pilar en la economía peruana, pero son los pescadores y acuicultores de pequeña escala que son la mayoría, los cuales contribuyen a la generación de empleo, la seguridad alimentaria y la nutrición, convirtiendo al sector pesquero y acuícola en una actividad estratégica para el país, sin embargo; son estos pequeños pescadores y acuicultores los que tiene más problemas y muchas veces no cuentan con la representación más adecuada que los haga presentar sus propuestas o hacer sus reclamos.
Para que el verdadero desarrollo de la pesca y acuicultura peruana se produzca, es necesario entender que el capital humano es fundamental para contribuir a generar mayor valor, innovación y nueva tecnología, lo que permitirá mejorar nuestra competitividad y esto es un trabajo a largo plazo. Lamentablemente nos caracterizamos por ser cortoplacistas y egoístas. Solo se busca invertir un dólar hoy y ganar mil mañana. Debemos aprender de otros países como Japón y Singapur a los que les tomó más de 30 años conseguir su desarrollo y esto dependió de todos sus ciudadanos.
El talento humano se convierte entonces en un importante factor para el éxito de las organizaciones. Por ello, se requiere poner en la dirección a los profesionales más adecuados con conocimientos y experiencia en el sector pesquero y acuícola que contribuyan al incremento de la competitividad.
Asimismo, se deben definir políticas públicas y reglamentaciones ambientales con base en criterios técnicos y científicos y en las reales potencialidades regionales. Se debe también colocar los intereses de desarrollo del país por encima de los intereses políticos, económicos y fundamentalistas de individuos y organizaciones, de forma que se empleen de manera responsable y eficiente los recursos financieros e intelectuales disponibles para la planificación y ejecución de programas, acciones y reglamentaciones para una real contribución al desarrollo sustentable del sector. Un ejemplo práctico es la Ley General de Pesca que lleva muchos años sin ser actualizado.
Por tanto, es necesario que la sociedad organizada comprenda que se vienen tiempos difíciles para la actividad agropecuaria y por ende para la pesca y acuicultura con los retos del cambio climático y sobreexplotación de todas las especies, por lo que es imperante la toma de medidas correctivas, a fin de satisfacer la creciente demanda mundial por alimentos, por lo que la acuicultura y pesca, están llamadas a suplir la demanda proteica que requiere el crecimiento poblacional del mundo.
En tal sentido, se hace necesario hoy más que nunca la creación del Ministerio de Acuicultura y Pesca o Pesquería y Acuicultura que lidere el sector, con dos despachos: Viceministerio de Acuicultura (DVA) y Viceministerio de Pesca (DVP), al mando de los profesionales más idóneos, que cuenten con la aceptación de los actores directos del sector y la formulación de una nueva Ley de Pesca y de Acuicultura, que se ajuste a las necesidades de hoy y del futuro, pensando no solo en la actividad industrial, sino también en los pequeños pescadores y acuicultores que son la mayoría y que son de mucha importancia para la seguridad alimentaria y nutrición de los peruanos, por lo que esta debería ser sencilla y corta y que contenga los objetivos y defensa de los recursos y conceptos, a fin de que perdure en el tiempo y elaborar un reglamento con las funciones, regulaciones y formas factibles y necesarias de modificar, por el mismo quehacer de la actividad y las necesidades que se presentan por su propia dinámica.
- Artículo de opinión escrito por el ingeniero Nicolás Hurtado T., consultor experto en acuicultura y medio ambiente.
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