Hasta el 30 de setiembre se prolonga la veda de 45 días del cangrejo rojo en el Santuario Nacional Los Manglares de Tumbes y su zona de amortiguamiento. Con la medida se busca asegurar el desarrollo del crustáceo.
Desconocíamos lo catastrófico que serían las cosas de la pandemia. Los tumbesinos, poco a poco, nos fuimos adaptando. Hoy por hoy, los concheros y los pescadores laboran tres a cuatro días por semana. Y nosotros, los cangrejeros, no estamos trabajando porque hay veda.
Adolfo López es presidente de la Asociación de Extractores de Recursos Hidrobiológicos (Asextrhi) Nueva Esperanza Los Manglares, que se fundó en el 2006 y hoy suma 45 socios.
Por la pandemia del covid-19 tampoco puede trabajar como prestador de servicios turísticos del Santuario Nacional Los Manglares de Tumbes (SNLMT). En la zona, se paralizaron diversas actividades y otras tuvieron que adaptarse a la llamada “nueva realidad”. Pese a lo duro del panorama, los cangrejeros son estoicos y respetan la veda.
Hay dos vedas anuales del cangrejo rojo o Ucides occidentalis. La primera, del 15 de enero al 28 de febrero, es por la época del apareamiento de la especie. No ha sido un buen año para la Asextrhi porque a los 16 días que empezaron a trabajar se decretó el estado de emergencia nacional.
“Los extractores pedimos que se decrete una ley para que no se toque el recurso. Desde el 2007 veíamos que el cangrejo empezaba a agotarse. Los socios de las seis organizaciones decidimos conformar el Consorcio Manglares del Noroeste (CMN) y nos pusimos de acuerdo para la veda del cangrejo y de las conchas negras [esta última una vez al año].”
Cuenta López que las seis organizaciones cumplen la ordenanza porque han visto efectos positivos: si sacaban 30 o 40 unidades de cangrejo antes de la veda, después de ella pueden extraer 60, 70 unidades. Antes, los cangrejeros no se ponían “un límite de extracción”; ahora, en consorcio, se impusieron topes. Todo apuntó a los buenos resultados.
“Quienes incumplen la veda son las personas informales, los no asociados, que depredan el recurso no en el área del santuario ni sus zonas de amortiguamiento, sino en áreas no custodiadas por el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado [Sernanp]”.
El otro punto positivo que encontraron los cangrejeros al trabajar con topes de extracción fue que ya no abarrotaban el mercado; ergo, conseguían mejores precios. “Las seis organizaciones trabajamos de la mano con el Sernanp y desarrollamos proyectos, también hacemos gestiones con Produce y otras entidades que nos apoyan”.
Existe una diversidad de potajes que se pueden elaborar a partir del cangrejo rojo. El chef Luciano Mazzetti las enumera: cangrejo reventado, chupe de cangrejo, uñas de cangrejo fritas, en rellenos de empanadas y tequeños, usos en pastas y un largo etcétera.
“Hay que respetar el insumo. A mí, en particular, cuanto menos toque al cangrejo es lo mejor porque su carne es deliciosa: es ligeramente dulce y con mucho aderezo, se pierde. Su sabor lo vinculo con el de las conchas negras, ambos comparten esa esencia salitrosa, ese barro, agarran esas características, justamente, de los manglares”.
Desde el lado de la oferta gastronómica, las vedas también resultan vitales. Agrega el cocinero: “A nadie nos mata dejar de comer un tipo de alimento. Definitivamente, para los cocineros y también para el consumidor respetar las vedas nos da beneficios mayores en el tiempo”.
“La gran mayoría de los cocineros respeta las vedas. A veces son los negocios más pequeños e informales los que no las acatan, es una mirada de muy corto plazo. Y hay una gran responsabilidad del consumidor: no debe aceptar estos productos en plena veda”.
Además, las conchas negras y cangrejos rojos que se ofrecen en época de prohibición tienen menores tamaños. Los volúmenes pequeños por la pesca indiscriminada, explica el chef, el consumidor los percibe en especies solicitadas como el mero, el lenguado o la chita: lo que hace 50 años se consideraba un pescado pequeño, hoy es grande, pues la especie se explota cuando apenas alcanza la talla mínima.
Desde hace dos años se desarrolla la Iniciativa de Pesquerías Costeras (CFI, por sus siglas en inglés), liderada por el Ministerio de Ambiente (Minam) del Perú y el Ministerio de Producción del Ecuador, con el soporte técnico del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). La CFI trabaja con las comunidades que protegen los manglares binacionales.
En el caso peruano, esta labor se desarrolla con el consorcio que opera dentro del SNLMT para, de esta manera, lograr la sostenibilidad de la producción de la concha negra y el cangrejo rojo.
“Nosotros le damos un ecosistema a la actividad productiva. Sin actividad de conservación y de desarrollo, la pesca se puede acabar. Se debe manejar el ecosistema con un solo criterio”, explica el oficial de medioambiente del PNUD, Jorge Álvarez.
Las vedas se han establecido de acuerdo con los estudios y análisis desarrollados por el Sernanp, Minam, las universidades. En este tiempo, cuando el cangrejo muda, su carne no es buena y la productividad no es la adecuada. Es demasiado frágil este Ucides occidentalis. Y al extraerlo no permite que se reproduzca a futuro.
Para hacer cumplir la gobernanza de la veda se han establecido mesas de trabajo con el gobierno regional de Tumbes, las universidades, los pescadores, los consorcios y las empresas privadas, donde cada quien tiene una función.
Si bien los recolectores formales de cangrejos y concha negra están a favor de la veda, el vocero de PNUD explica que el número de informales que opera en la zona es una cifra semejante y estos no respetan las vedas ni los tamaños de los animales que extraen en el área de influencia de los manglares. “Ellos se meten con sus lanchas y depredan el cangrejo, lo venden en mercados donde no existen los mejores controles”, explica.
Por ello, otro punto que trabaja el PNUD es la sensibilización del consumidor por medio del programa nacional A comer pescado. “La gente debe ser consciente de que si los informales no tienen dónde vender, sin mercado, no irían a pescar”, apunta.
Álvarez recuerda que tanto las conchas negras como los cangrejos rojos no son alimentos básicos y el consumidor puede dejar de adquirirlos. Desde el punto de vista social, el gran riesgo de no cumplir la veda es que el pescador, al depredar el ecosistema, pierda su fuente de empleo.
Desde el 2015 opera en el lado peruano el Consorcio Manglares del Noroeste, que logró un contrato de administración para conservar el SNLMT. En Ecuador es otro esquema porque sus manglares no son área natural protegida: hay un consorcio y concesiones para zonas de explotación.
El PNUD, junto al consorcio, trabaja en la reforestación del manglar, que permitirá la reproducción de las especies que lo habitan. Y sumados a la firma Incabiotec, apuestan por la innovación: se desarrolla tecnología que permitirá ‘sembrar’ conchas negras en nuevas zonas.
“Los manglares son importantes porque son una gran reserva de biodiversidad y permiten la protección de oleajes y tsunamis. Son sumideros de carbono: absorben 50 veces más carbono que los bosques tropicales, son muy importantes para el cambio climático”.
La directora de Conservación Sostenible de Ecosistemas y Especies del Minam, Fabiola Núñez Neyra, explica que la presencia del Sernanp en el SNMLT durante la pandemia no se ha detenido.
En términos técnicos, la veda del cangrejo es vital para la cadena trófica del mangle: el cangrejo rojo construye sus madrigueras en las zonas lodosas y contribuye a la oxigenación al convertir en nutrientes la materia orgánica para que los mangles se desarrollen.
Hoy, el Minam capacita tanto a las asociaciones que integran el consorcio como a las autoridades locales. De esta manera, se mejoran la organización y la vigilancia participativa de los asociados del consorcio. “La gente se encuentra organizada porque son los principales interesados en hacer respetar la veda”, finaliza.
FUENTE: José Vadillo Vila / El Peruano