En pocos días terminará la primera temporada de pesca de la anchoveta y, para continuar el dinamismo del sector, se propone implementar cambios que permitan generar competitividad y mejorar las exportaciones.
La mayoría de sectores que componen el aparato productivo peruano ya emprendieron la ardua tarea de recuperar sus niveles de producción previos a la cuarentena. Sin embargo, la pesca vive una situación particular.
“Venimos de un año 2019 muy, muy malo”, explica Pablo Trapunsky, gerente general de la empresa pesquera Diamante. La producción del sector cayó 25,87% en el 2019; según datos del INEI.
Una baja cuota de captura en la primera temporada de anchoveta, la veda y el posterior cierre intempestivo de la segunda temporada al 35% de captura –por la alta presencia de juveniles– golpeó al sector y la liquidez de las empresas.
El comienzo del 2020 tampoco fue el mejor. La rápida e imparable expansión del COVID-19 sembraba dudas sobre la demanda mundial; principalmente de China, que compra el 80% de la producción nacional de harina de pescado. Con la cuarentena, el sector profundizó su caída hasta un 57,82% en abril.
Todo ello empuja a la pesca peruana hacia un segundo año turbulento. “Dificilmente habrán inversiones nuevas en el sector”, remarca la presidenta de la Sociedad Nacional de Pesquería (SNP), Cayetana Aljovín. “Establecer medidas que permitan reactivar y hacer competitiva la industria pesquera se vuelve una necesidad imperiosa”, agrega. La agenda es la misma y sus puntos ya han sido dialogados. Con la crisis, ejecutarlos resultaría cada vez más urgente para el sector.
Pesca y cuotas
Al cierre de esta nota, el esfuerzo pesquero que arrancó el 13 de mayo ya hizo posible capturar el 87% de la cuota de anchoveta asignada para la primera temporada del año, que es de 2,4 millones de toneladas métricas (TM).
La pesquera Austral proyecta terminar en los próximos días con su parte de la cuota; según señala la gerente general de la empresa, Adriana Giudice. “La ley dice que la cuota se debe fijar bajo criterios científicos, sociales y económicos. Desde el punto de vista científico, pudo ser mayor. Creo que se tomó en cuenta las implicancias del COVID-19 en medio de la actividad”, agrega.
En tanto, Diamante hace una semana cumplió con toda la parte de su cuota asignada; la cual alcanza las 205 mil toneladas metricas. “Consideramos que es una cuota baja para el nivel de biomasa que mostró el Imarpe, que había encontrado más de 10 millones de toneladas”, comenta Trapunsky. Es por ello que, bajo las actuales circunstancias, las expectativas están puestas en la segunda temporada. “Esperamos que la segunda comience lo más temprano posible”, acota.
Ante la crisis, la Sociedad Nacional de Pesquería agrega un punto más: la necesidad de restituir el Régimen Especial de Pesca para permitir a la flota industrial la extracción del recurso en la zona sur. “Es necesario dictar políticas que permitan volver a capturar la anchoveta en el sur en lugar que esta sea captada por el norte de Chile”, remarca Aljovín.
Según datos del gremio, en el año 2019 el Perú capturó 209 mil TM de anchoveta, mientras que Chile pescó 553 mil TM. “Hace 10 años las capturas peruanas doblaban las del vecino país. Permitir ello (la captura de anchoveta en el sur) haría que regrese la inversión y se generen más de 6.000 puestos de trabajo”, acota.
Aljovín también recalca la necesidad de ampliar la cuota del jurel en el presente año, en vista de que esta especie ha regresado al dominio marítimo peruano. Del mismo modo, impulsar la industria atunera. “Para ello se requiere dejar atrás ciertos dogmas y paradigmas, y establecer de una vez un sistema de reintegro del ISC al combustible que utilizan los barcos para ser competitivos”, señala. Estiman que al desarrollar esta industria se podrían generar, en cinco años, 70.000 nuevos puestos de trabajo.
Sobrecostos
Para el presidente del Comité de Pesca de la Sociedad Nacional de Industrias, Alfonso Miranda, el sector se ha manejado históricamente con trámites y sobrecostos que deben evaluarse. “Son temas que hablábamos antes de la pandemia. Los trámites que el Estado acostumbra a demorar 20 días, deberían demorar un día. Algunos controles de vigilancia. Los sobrecostos nos alejan de nuestros competidores en el mundo”, recalca.
La gerenta de Austral, Adriana Giudice, explica que incorporar los necesarios protocolos sanitarios ante el COVID-19 para continuar con la actividad ya resulta un costo importante para la empresa. “Solo nosotros estamos alrededor de los US$ 2 millones”, afirma.
Exportaciones
Entre enero y mayo, la exportación de productos pesqueros retrocedió 48,13%, siendo la harina y el aceite de pescado los que sufrieron la mayor contracción.
Según el economista jefe de la Sociedad de Comercio Exterior (Comex Perú), Rafael Zacnich, dicha caída se explica, en parte, por la demanda; pero también por complicaciones en los puertos de descarga. “Retrasos y demoras en los envíos. También el ingreso a los puertos internacionales”, señala. Los productos congelados como calamar, pota y langostinos también han sufrido una importante contracción en el acumulado anual.
A ello se le suma un precio deprimido de la harina de pescado. “Creemos que en la segunda mitad de año, y con mayor seguridad en el último trimestre, podrían empezar a levantarse las exportaciones del sector”, remarca. Sin embargo, Zacnich considera que es complicado determinar si las exportaciones terminarán en positivo al cierre del año.
Una operación segura
Las empresas asociadas a la SNP han invertido alrededor de US$10 millones en la implementación de protocolos de bioseguridad, entre los que se encuentran el traslado del personal, las pruebas de descarte, el alojamiento para que los trabajadores cumplan un periodo de cuarentena previo al embarque, equipos de protección personal, entre otros.
FUENTE: El Comercio